Yo quería que lo nuestro fuera para
Siempre, pero tú un día decidiste que hasta Nunca. Con el alma destrozada me
aferré a Siempre, pues pensaba que algún día volvería. Pasé días abrazado a la
tristeza, con unas ganas de llorar inmensas, dejando que las horas fueran
pasando sin gana alguna de seguir amando.
Pero poco a poco fui conociendo a Nunca,
conquistando mi corazón su gran fortaleza. Pues, a pesar de los grandes golpes
que le dio la vida, Nunca jamás quiso rendirse. Nos pilló desprevenidos el
destino caprichoso, ya que Nunca no quería enamorarse y yo, que pensé estar
unido a Siempre, cada día más atado a Nunca me sentía. Confiamos el uno en el
otro, Nunca supo que no le fallaría al tiempo que aprendí a entender que Nunca
no es de los que mienten, pues dice la verdad, aunque esta duela.
Un buen día Siempre volvió, prometiendo
no volver a marcharse, mas yo prometí amar a Nunca y Siempre perdió el amor de
su vida. Hoy Nunca va conmigo de la mano
y sé que nuestro amor será eterno pues, aunque sé que nada es para Siempre,
Nunca a mi lado siempre vuelve.
Siempre fue víctima de sus faltas
promesas y tarde comprendió que su nombre no era sino una mentira. Pues todo es
fugaz en esta vida y Nunca siempre gana la partida.